Y seré esa canción en los labios de un niño que ha perdido la inocencia,
seré la nota perpetua de cantos milenarios que ayudan a labrar la tierra
y me colaré en la canción de una madre que espera la llegada de su hijo,
esa misma que adormece al triste soldado olvidado en el fin del mundo.
ese que recuerda aún su partida en las notas roncas del canto de su padre.
Llenaré las iglesias en el canto de un evangelio que se pudre en el pecado,
ese que cantan para sanar sus mentes los que a diario corrompen su alma.
volveré a ser el arrullo que cantaba mi madre al dormirme a su lado,
delicadamente recordaré la música que me ha hecho feliz, llorar, amar:
Y recorreré las miles de canciones que han hecho de mí quien ahora soy.
a la guitarra de serenata en las manos ebrias de amor sincero y juvenil,
o el sonido triste de una guitarra desgastada en los dedos del Calipso
desentrañando historias rebuscadas en las arenas de un Caribe olvidado.
y ha visto miles de atardeceres en la soledad de un viejo abandonado;
dormiré las tardes de un recluso que recuerda anheloso sus días de libertad,
y de aquel que por soñar perdió ya la cordura en los en infinito de su vista.
seré esa nota que deja ver una lágrima en los ojos de un pobre desahuciado;
llenaré de notas sin esperanza el canto de quien despierta ya sin motivos,
y envolveré las noches de quien solo tiene recuerdos en sus rotos bolsillos.