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lunes, 19 de septiembre de 2011

Esa tarde con aire a despedida...


Ese día tenía la misma expresión lúgubre de mi rostro… no por casualidad puesto que en mi interior llovía igualmente a torrentes. Veo por la ventana oyendo esa voz que enamora mis sentidos, que penetra mis sueños, que simplemente hace mis días eternos cuando no está, y me deja un nudo en la garganta cuando me dice adiós, le oigo diciendo todas esas verdades que no quiero oír, porque sé que tienen un solo final. Trato de verla a los ojos, los encuentro tan encantadores, que simplemente dejo de escuchar sus palabras por un momento y me pierdo en ese mar de marea tranquila que quiero para mí. Trato de explicar mis absurdas ideas que recurren a cada intento desesperado para no dejarla irse, que se quede para siempre recostada en mi pecho. Le beso, y me pregunto... ¿Cuánto dura un último beso? ¿Cuánto dura un beso que no quieres que termine por temor a no volver a saborear esa boca?, le abrazo, le envuelvo con mis brazos temblorosos que con miedo le han de dejar irse, porque no hay marcha atrás ya, lo único que queda es alargar lo inevitable, perderse en caminos redundantes para hacer esta tarde tan larga como sea posible. En el aire, alguna canción que por mucho me ha de recordarla, me habla de su cuerpo como el maravilloso mundo que representa para mí, de lo fácil que es perderme en un océano de sabanas, me recuerda de lo doloroso que es a veces su belleza increíble y me recalca que esta es nuestra tarde. Siento un nudo en la garganta, ese que se pega con ese recuerdo que siempre viene en el momento menos oportuno. Y se me van acabando los minutos, la tarde ya no es día, ella ya no es mía, nosotros no somos tan nosotros. Me levando de la cama, acompañándola, sintiendo en todo mi cuerpo las ganas de agarrarla y no dejarla, pero no puedo, ese es el camino que ella quiere caminar. La dejo en mi puerta, la cierro, me miro al espejo, me pregunto qué paso… hago el recuento de los daños y empiezo a entender que ha sucedido…

sábado, 2 de julio de 2011

Llévame a casa


Por favor sombra clara de cada noche perpetua, no me dejes llorar mas, mis lagrimas se han secado ya meses atrás. Te lo juro por quién te ha enviado, que sollozar no puedo más, muchas veces lo he intentado por amor, desprecio, rencor o dolor, pero nada, sigo cayendo en este maldito abismo de perenne soledad. Toma mi mano… levántame por amor o lástima, llévame a casa, no quiero sufrir más, toma estas notas de amarga desazón, quémalas, son mi historia de fracaso y lucidez. Ya no quiero estar cuerdo, y no quiero la sobriedad. Prefiero huir en un mundo de alcohol blanco y locura premeditada, paisajes de soledad compartida donde estoy feliz sin saber porque. Sé que fui feliz, lo he visto en mis fotos, tuve sonrisas, lágrimas de buena gana, mírame, ese que reía… fui yo. ¿En qué momento perdí la esperanza? ¿En qué momento deje la sonrisa? ¿Cuándo tus pasos me convirtieron en lo que pensabas de mí? Llévame a mi hogar, llévame a esa canción que me detiene cuando quiero llorar, esos momentos que se detienen en mi alma, que me deleitan con suaves murmullos al oído y me dicen lo que sé pero no quiero creer, soy mejor que esto, que ella, que él, que toda esa relación infame, sin sentido, que nunca existió. Ven, limpia de esta habitación el moho maldito que deja la humedad de las lágrimas no correspondidas, de los sollozos despreciados y burlados por la maldita mente sin corazón de una desgraciada princesa de un cuento sin final feliz, una pequeña cenicienta que vive feliz en su mundo de minimalismo de limitaciones consientes. Llévame a casa amiga, devuelve la sonrisa a esta cara sin expresión que de tanto fruncir el seño ha olvidado la alegría de una carcajada que no te deja respirar. Llévate este corazón que puse en venta pero por falta de uso nadie lo ha querido. Déjatelo, ¿de qué me sirve si no se cómo usarlo? ¿Para qué quiero sueños que se acaban al despertar? Se bien que no es malo construir castillos en el cielo, lo malo es no construir la escalera que nos ayude a bajar cuando es necesario. Llévame alborada a aquellos años felices de mi juventud, cuando todo era un juego en tu regazo, cuando en tus horas de oscuridad planeábamos no crecer, seguir mintiendo, apostando, enamorando, riendo… no habia necesidad de buscar la felicidad, porque ella se las arreglaba para encontrarnos. Acá estoy, ¿me vez? Acá donde la vida pasa de largo y los amores son oscuros, donde nadie busca un amor platónico sino una aventura, una pasión nocturna, inmadura e insensata.

sábado, 11 de junio de 2011

20 lineas en la pizarra


Déjame escribirte unas líneas esta tarde de lluvia intensa,
déjame colgarme de tu lacio cabello y bailar bajo las gotas,
por que debes saber niña de ojos hermosos, y labios amantes
que no temo a la noche si acompañas mis sueños con tu aliento.

Déjame crear un pequeño paisaje que perdone mis torpezas,
déjame llevarte de la mano, cargarte y besarte en la sombra,
porque sin poder explicarlo bien, se que quiero una noche mas,
sin pensar en el día de mañana, quiero gastar mi hoy contigo.

Déjame tomarte de la cintura, bailar contigo este loco baile,
déjame entender tus ideas, estar a tu lado y dibujar con palabras,
porque del miedo del pasado he arrastrado mitos absurdos
cadenas pesadas que aletargan mis ganas de volver a creer.

Déjame pequeña, niña de ideales destrozados, conocer tu cuento,
déjame caminar a tu lado sin importar el camino, la distancia
porque los pasos son más llevaderos a tu lado, con tu mano en la mía
desata tu cabello y no mires atrás, los recuerdos son piedras lejanas.

Déjame creer que quieres estar a mi lado, imaginar que es cierto
déjame pretender que deseas besarme, que esperas mis cariños,
porque me gustan tus palabras, incoherentes a los hechos
y he de esperar un día más, una noche más por un beso de verdad.

lunes, 16 de mayo de 2011

Harto ya de estar harto...


Creo que ya estoy harto de los sobros del amor
de vivir disfrutando los finales felices de otros,
de llorar después de pensar que todo está bien
de mirar a los ojos y ver no más que burlas.

Maldita la hora en que confié una vez más,
maldita la mirada que me hizo confiar en ti.
Maldita la sombra de tu amor recurrente,
maldita las manos que acarician mis noches.

Suelto tu recuerdo en una copa de ron claro,
te bebo a sorbos largos, recurrentes, automáticos.
Tomo mi hoja, te maldigo con letras hirientes,
te amordazo con hipérboles y símiles amargos.

¿Cuántas veces hemos de caer, para crear memoria?
¿Cuántas historias debemos sufrir para ser inmunes?
¿Cuánta locura debes de conocer para reconocerla?
¿Cuántas palabras deben herirte para poder evadirlas?

Esta maldita musa que se empeña en envenenarme,
estas putas noches en que vuelven tus recuerdos.
Estas fatuas memorias que aun me atormentan,
estas podridas tardes que insisto en no poder olvidar.

jueves, 21 de abril de 2011

Objetivo y estrategia


El Objetivo:

He tomado la decisión de, aún sabiendo las reglas claras de un amor imposible, llegar a tu pensamiento inconsciente pero recurrentemente. Instalarme en tu memoria y en tus sueños, y ser parte de ti, y que al final del día, al terminar tu semana: me pienses, me necesites, me llames, me tengas. Se claramente que no es tan fácil, se que posiblemente me arrepienta de romper la imagen que a través de estos años me he formado, se que posiblemente al final todo se torne en mi contra. Más sé también que nunca podría perdonarme el no tomar esta oportunidad de mostrarte quién soy y saber quién eres.

La Estrategia:

Teniendo claro el destino, me falta aún el camino, la estrategia a seguir, los pasos que han de llevarme a tu memoria. Tengo una idea, loca y atrevida, y además simple, mil veces probada por pobres bohemios enfermos de amores no correspondidos. Mi estrategia es tan absurda como clara. Primero debo saber quién eres, tus silencios, tus miradas, tus gustos, tus lugares, tus debilidades, tus excesos y limites. Para luego sin temor mostrarte quién soy, mostrarte mis palabras, mi rostro, mi compañía, mi olor, mis ojos, mi tacto, mis manías, mis mañas, mis debilidades… embriagarte de mí. He de caminar con sigilo para tomarte por asalto, pasos delicados que al final me han llevar a ti. He de instalarme en tu pensamiento de forma paulatina, pensarás en mí sin saber cómo ni cuando empecé a formar parte de tus días.

El inicio:

Creo que lo mejor es comenzar por saber quién eres, y por supuesto quien no eres, que tan diferente te presentas a quien me imagino, a la chica de mis pensamientos. Así empiezo a verte de a poco con tus gustos, tus excesos, tus ironías, tus monotonías y sobretodo tus puntos débiles, las palabras detrás de tus palabras, los secretos detrás de tus miradas. Esas miradas ausentes que huyen de alguna caricia furtiva. Comprendo de a poco que eres feliz con la simpleza de un helado, o la compañía de un vino, con la locura de un mimo en tu rostro, o el roce de nuestras manos. Sé que te gustan las palabras espontaneas pero sinceras, la locura de alguna palabra inadecuada o la forma torpe y cómica de mi hablar.

La música:

Alguna vez di por sentado que nuestros días están rodeados de temas musicales, una canción específica para cada cosa que hagamos, no existe una tragedia o alegría, problema o logro que no sea recogida en alguna frase de alguna de esas canciones que nos invita a una copa más. Nuestra vida entera es un compendio de canciones, una vida sin música no es más que el boceto inconcluso y monótono de una historia insípida. Así que mi siguiente paso es interpretarte y redibujarte con música. Saber la música que rodea tu vida, la música que lloras, la que ríes, la que piensas, la que te duerme y la que te despierta. Y no es difícil, dibujo tu silueta y cada momento de tu vida con canciones que te describen, que te dibujan tal y como te soñaba, tal y como podrían describirle a algún enamorado esa chica alocada décadas antes de que nacieras. Un ser lleno de clásicos locos, eternos, increíbles, sutiles, bien pensados; con tintes de liricas modernas.

El compromiso

Aprendo rápidamente que nos moldea la poesía, que estamos igualmente encantados y guiados por un mundo de símiles y metáforas, que guardas como yo, historias en papel, el alma de esas desdichas, alegrías, ilusiones o desgracias que escribimos, algunos en el aire, otros en pliegos que se amontonan sin esperanza en algún rincón sin alma, y otros más atrevidos que los muestran a quien por simple curiosidad o interés real les piden una muestra de su necesidad creadora. Así, casi sin pensarlo y sin darme cuenta me comprometo a escribirte, aunque después de un breve razonamiento me doy cuenta que esta vez no ha de ser fácil, ha de ser algo diferente, para alguien que evidentemente es diferente. Divagan en mi mente frases, canciones, películas, historias al azar. Repaso tu imagen, la real y la imaginada, trato de dibujarte lo mejor posible. Crearte y recrearte en mi cabeza se transforma en mi obsesión.

El error

Después de algún tiempo de estudiar con cuidado tus movimientos, de llevar detallado cada pequeño detalle que pueda ayudarme a conquistar tu cerrado cuento de hadas. Te dibujo con la certeza de conocer los puntos frágiles de tu bien pensada fantasía. Creyendo torpemente que de apoco voy ganando terreno en tu cabeza. Pensando torpemente que sueñas conmigo porque te duermes pensando en mi. Pero por la casualidad de una frase soltada al azar en cualquiera de tus comentarios, me doy cuenta de mi error. No había tomado en cuenta cuan testarudo puede ser el amor. Cuan ciego es aquel que persigue los recuerdos translucidos de lo que una vez le hizo feliz. Así, logro entender que no puedo quebrar tu certeza, que me es imposible penetrar la dura coraza que te aferra a tu príncipe encantado. Después de algunas noches de pensamiento culposo buscando el porqué de mi error, me doy cuenta de que posiblemente no fuese mi culpa, tal vez no pude encontrar el camino a tu corazón, pues al final no queda ya camino alguno.

El final

Por fin me doy cuenta de cuan torpe he sido, ¿Como no vi lo evidente? Sueñas cada noche con aquel que hará de tu historia, un cuento de hadas, vives la felicidad de saber que en algún lugar se encuentra aquel que vendrá de nuevo a enloquecer cada amanecer y aborrecer todas las noches y sus despedidas. ¿Cómo podría yo borrar lo que aún no tiene un fin? ¿Cómo romper con torpes ideales lo que no puede quebrar la cruda realidad de la distancia impertinente?. Se ahora que mis pasos deben de regresar de donde nunca estuvieron, debo olvidar lo que nunca sucedió. Lo siento de verdad. Siento haber supuesto lo que nunca existió. Qué difícil es creer ahora en mis mentiras piadosas, todas las manos que pensé ganadas sin saber contra quien apostaba. Porque mis cuatro copas no fueron suficiente contra tu par de corazones.

martes, 22 de febrero de 2011

Febrero



Siento este oxido corroer mis arterias de metal,
siento las horas pasar lentamente en mi pecho,
después de tantos tiempo de mecánica paciencia,
rompo los sueños plásticos que existen por inercia.

Siento la sal de la tarde destrozar mis pensamientos,
siento la mierda de una vida sin sentido desboronarse,
la paciencia que llenaba mis libros ahora me abandona
desato tus manos sudorosas que tiemblan de miedo.

Siento tus palabras malditas llenando mis grises lamentos
siento los esfuerzos inútiles de llenar tus lucidas ilusiones,
no sobran los motivos cuando se presentan incansables
abro la puerta delante de ti, vamos te invito a salir al fin.

Siento las lágrimas buscando mis ojos, infinitas linternas,
siento tus golpes secos, insípidos, inútiles… vanos esfuerzos,
aléjate pronto que la tarde acaba y el deseo regresa indomable
libre en la luz de una luna repleta, desatas tu cabello, te libras.

Siento un liquido viscoso penetrando mis entrañas, y quema,
siento la indiferencia de pelear solitario en esta guerra perdida,
si has de marcharte, hazlo ya, nunca me han gustado las migajas
borra las huellas detrás tras tuyo que podría seguirte sin saberlo.

lunes, 24 de enero de 2011

Odio...


Odio el olor del perfume en tu cuerpo al despertar,
tu esencia delirante en mi conciencia enloquecida.
Odio tu cabello perfecto descansando en mi hombro,
ese negro infinito en la profundidad de tu almohada.

Odio el océano fuliginoso encerrado en tus ojos infinitos,
el mundo que perpetras desde el abismo de tu mirada.
Odio los lenguajes fantásticos que dibujas al parpadear,
las extrañas palabras mudas que murmuras sin hablar.

Odio el murmullo carmín de tus labios rondando mi mente,
la perpetúa canción de tu voz llamándome desde adentro.
Odio la explosión de tu risa quebrando nuestro silencio,
la música perfecta que ahuyenta los augurios de lluvia.

Odio la imagen borrosa de tu cuerpo desnudo en mi espejo,
perfecta silueta que camina a mi alrededor al despertar.
Odio la maravilla cadenciosa de tu andar despreocupado,
el laberinto acogedor de tus caderas bailando sin ataduras.

Odio las docenas de canciones que te retratan perfectamente,
ritmos y liricas que traen tu rostro nítido a mi vaso vacio.
Odio el sabor de tu dulce piel en mi ron ahora recurrente,
Copas llenas de recuerdos claros que no he podido vaciar.

Odio todo lo que me diste sin la decencia de advertirme,
recuerdos aun no vividos, cuentos lucidos que no existen.
Odio tus respuestas que no responden mis torpes preguntas,
odio el espacio que quedo entre tu historia y mi recuerdo.