Dejando de lado el odio de la
despedida sin cuartada, y aún con un poco de la desdicha de saberme defraudado.
Calmando este sin sabor de saber que todo fue y es mentira, una treta bien
planeada que estúpidamente decidí seguir a ciegas. Y tal vez simplemente
motivado por el deseo de vengarme, o hacerme creer que tengo la razón al creer
que pierdes mucho más que yo en este trato injusto que me has ofrecido. Decido
tomar unas copas, escoger algunos adjetivos de mi bolsa de papel, y escribirte
una nota que sé no vas a leer. Poco a poco fluye inexplicable el odio a tu
figura que tantas veces me quito el sueño, o me llevó a él. Recuerdo ahora las
muy pocas noches que me dejaste dormir a tu lado, o que aceptaste acompañarme
en mi lecho, fue bonito creer que vivíamos la misma fantasía, fue agradable
pensar que los besos iban y venían, reciprocidad que quemaba mis labios. Tuve
la estúpida idea de tratarte con cariño y pensar que eras más que una amiga,
¿Cómo podrías serlo si nunca nos
conocimos? Nunca supe más que tu nombre, mi error, ¡lo sé! ¿Cómo podría saber
lo que eres si nunca comprendí lo que fuiste? Y aún así, decidí dejarte invadir
mis pensamientos, aún así decidí ser el idiota celoso que nunca había sido. Y ahora
después de ver venir el desenlace por un tiempo, llego al final del camino. Me
despido sin mucha pomposidad, no sin antes maldecir cada paso que des de ahora
en adelante, maldigo todo lo que el futuro quiera darte y a todo aquel que
caiga en tus manos mugrientas que nunca han logrado nada. Deseo con todo mi ser,
con todo el amor que alguna vez tuve, que se deshaga cualquier bien que alguna
vez tuve para ti, y que ahora sean tuyas por doble ración las maldiciones que
profesas para mí. Porque por mucho, más
por pena hacia mí que por cariño hacia ti, baje por mucho mis estándares para
subirte a mi nivel, y por muchísimo será más de lo que mereces y lo que alguna
vez tendrás. Rompo tus cartas, pero guardo algunas historias que me recuerden
que el cariño nunca llega de la lástima, y los recuerdos son mucho más dolorosos
cuando son obligados. Queman el doble, primero por no ser reales y segundo por
haberlos creado yo. Anda, camina, pero no olvides agachar la cabeza cuando me veas
en la calle, y acuérdate de no verme a los ojos, ambos sabemos quien perdió mas
en este juego de mierda, de amor no vive nadie, y aunque es más factible la
lástima, no es tan honorable. De verdad, y de corazón te deseo suerte, porque
de eso vas a vivir.
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