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jueves, 21 de abril de 2011

Objetivo y estrategia


El Objetivo:

He tomado la decisión de, aún sabiendo las reglas claras de un amor imposible, llegar a tu pensamiento inconsciente pero recurrentemente. Instalarme en tu memoria y en tus sueños, y ser parte de ti, y que al final del día, al terminar tu semana: me pienses, me necesites, me llames, me tengas. Se claramente que no es tan fácil, se que posiblemente me arrepienta de romper la imagen que a través de estos años me he formado, se que posiblemente al final todo se torne en mi contra. Más sé también que nunca podría perdonarme el no tomar esta oportunidad de mostrarte quién soy y saber quién eres.

La Estrategia:

Teniendo claro el destino, me falta aún el camino, la estrategia a seguir, los pasos que han de llevarme a tu memoria. Tengo una idea, loca y atrevida, y además simple, mil veces probada por pobres bohemios enfermos de amores no correspondidos. Mi estrategia es tan absurda como clara. Primero debo saber quién eres, tus silencios, tus miradas, tus gustos, tus lugares, tus debilidades, tus excesos y limites. Para luego sin temor mostrarte quién soy, mostrarte mis palabras, mi rostro, mi compañía, mi olor, mis ojos, mi tacto, mis manías, mis mañas, mis debilidades… embriagarte de mí. He de caminar con sigilo para tomarte por asalto, pasos delicados que al final me han llevar a ti. He de instalarme en tu pensamiento de forma paulatina, pensarás en mí sin saber cómo ni cuando empecé a formar parte de tus días.

El inicio:

Creo que lo mejor es comenzar por saber quién eres, y por supuesto quien no eres, que tan diferente te presentas a quien me imagino, a la chica de mis pensamientos. Así empiezo a verte de a poco con tus gustos, tus excesos, tus ironías, tus monotonías y sobretodo tus puntos débiles, las palabras detrás de tus palabras, los secretos detrás de tus miradas. Esas miradas ausentes que huyen de alguna caricia furtiva. Comprendo de a poco que eres feliz con la simpleza de un helado, o la compañía de un vino, con la locura de un mimo en tu rostro, o el roce de nuestras manos. Sé que te gustan las palabras espontaneas pero sinceras, la locura de alguna palabra inadecuada o la forma torpe y cómica de mi hablar.

La música:

Alguna vez di por sentado que nuestros días están rodeados de temas musicales, una canción específica para cada cosa que hagamos, no existe una tragedia o alegría, problema o logro que no sea recogida en alguna frase de alguna de esas canciones que nos invita a una copa más. Nuestra vida entera es un compendio de canciones, una vida sin música no es más que el boceto inconcluso y monótono de una historia insípida. Así que mi siguiente paso es interpretarte y redibujarte con música. Saber la música que rodea tu vida, la música que lloras, la que ríes, la que piensas, la que te duerme y la que te despierta. Y no es difícil, dibujo tu silueta y cada momento de tu vida con canciones que te describen, que te dibujan tal y como te soñaba, tal y como podrían describirle a algún enamorado esa chica alocada décadas antes de que nacieras. Un ser lleno de clásicos locos, eternos, increíbles, sutiles, bien pensados; con tintes de liricas modernas.

El compromiso

Aprendo rápidamente que nos moldea la poesía, que estamos igualmente encantados y guiados por un mundo de símiles y metáforas, que guardas como yo, historias en papel, el alma de esas desdichas, alegrías, ilusiones o desgracias que escribimos, algunos en el aire, otros en pliegos que se amontonan sin esperanza en algún rincón sin alma, y otros más atrevidos que los muestran a quien por simple curiosidad o interés real les piden una muestra de su necesidad creadora. Así, casi sin pensarlo y sin darme cuenta me comprometo a escribirte, aunque después de un breve razonamiento me doy cuenta que esta vez no ha de ser fácil, ha de ser algo diferente, para alguien que evidentemente es diferente. Divagan en mi mente frases, canciones, películas, historias al azar. Repaso tu imagen, la real y la imaginada, trato de dibujarte lo mejor posible. Crearte y recrearte en mi cabeza se transforma en mi obsesión.

El error

Después de algún tiempo de estudiar con cuidado tus movimientos, de llevar detallado cada pequeño detalle que pueda ayudarme a conquistar tu cerrado cuento de hadas. Te dibujo con la certeza de conocer los puntos frágiles de tu bien pensada fantasía. Creyendo torpemente que de apoco voy ganando terreno en tu cabeza. Pensando torpemente que sueñas conmigo porque te duermes pensando en mi. Pero por la casualidad de una frase soltada al azar en cualquiera de tus comentarios, me doy cuenta de mi error. No había tomado en cuenta cuan testarudo puede ser el amor. Cuan ciego es aquel que persigue los recuerdos translucidos de lo que una vez le hizo feliz. Así, logro entender que no puedo quebrar tu certeza, que me es imposible penetrar la dura coraza que te aferra a tu príncipe encantado. Después de algunas noches de pensamiento culposo buscando el porqué de mi error, me doy cuenta de que posiblemente no fuese mi culpa, tal vez no pude encontrar el camino a tu corazón, pues al final no queda ya camino alguno.

El final

Por fin me doy cuenta de cuan torpe he sido, ¿Como no vi lo evidente? Sueñas cada noche con aquel que hará de tu historia, un cuento de hadas, vives la felicidad de saber que en algún lugar se encuentra aquel que vendrá de nuevo a enloquecer cada amanecer y aborrecer todas las noches y sus despedidas. ¿Cómo podría yo borrar lo que aún no tiene un fin? ¿Cómo romper con torpes ideales lo que no puede quebrar la cruda realidad de la distancia impertinente?. Se ahora que mis pasos deben de regresar de donde nunca estuvieron, debo olvidar lo que nunca sucedió. Lo siento de verdad. Siento haber supuesto lo que nunca existió. Qué difícil es creer ahora en mis mentiras piadosas, todas las manos que pensé ganadas sin saber contra quien apostaba. Porque mis cuatro copas no fueron suficiente contra tu par de corazones.