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miércoles, 8 de octubre de 2025

No te necesito pa'nada 2


Puedo ver pelis sin tu voz,

sin que me preguntes qué final vendrá,

pido comida pa’ los dos,

y me río cuando me doy cuenta, que ya no estás.


Puedo cocinar sin receta,

poner documentales y dejar sonar,

los domingos ya no pesan,

ni me da por preguntar.


Tengo colegas, tengo planes,

tengo un brete de 8 que aguantar.

Tengo libros, tengo bares,

y mil ganas de empezar.


No te necesito pa’ nada,

puedo reír sin mirar atrás.

Tengo ilusiones que me salvan,

cuando el día viene mal.

No te necesito pa’ nada,

pero hay algo que no puedo evitar…

no te necesito pa’ nada,

pero me gusta hacerlo igual.


Ya no me falta conversación,

le hablo al humo del café.

Las canciones suenan mejor,

cuando no pienso en quién las cante.


A veces paso por tu calle,

solo por ver si sigue igual,

no me duele, no me arde,

pero cuesta no mirar.


Tengo amigos, tengo historia,

y algún beso por gastar.

Tengo heridas, tengo gloria,

y la vida por brindar.


No te necesito pa’ nada,

puedo reír sin mirar atrás.

Tengo ilusiones que me salvan,

cuando el día viene mal.

No te necesito pa’ nada,

pero hay algo que no puedo evitar…

no te necesito pa’ nada,

pero me gusta hacerlo igual.


Y si te cruzo en otra vida,

con otra copa, en otro bar,

quizá sonría por costumbre,

quizá me dé igual.


No te necesito pa’ nada,

pero me gusta recordar.

Que aunque ya no estés en casa,

hay cosas que no se van.

No te necesito pa’ nada,

pero qué gusto daba amar…

no te necesito pa’ nada,

pero me gusta hacerlo igual.

No te necesito pa'nada 1



Puedo ver pelis solo en mi sofá,

pedir comida y no debo esperar,

llenar la casa con memorias viejas,

y alguna copa pa’ brindar.


Puedo reír sin que me veas,

bailar con nadie y disfrutar,

mis días siguen dando vueltas,

aunque tú ya no estás.


Tengo amigos, tengo planes,

mil razones pa’ escapar,

tengo libros, tengo historias,

que no te nombran más.


No te necesito para nada,

y suena bien, aunque duela decirlo.

No te necesito para nada,

mi vida sigue su ritmo tranquilo.

Pero cuando miro al techo,

y el silencio cae lento,

no te necesito…

pero me gustaba hacerlo contigo.


Cocino sin poner tu plato,

me río sin tenerte que llamar,

mi cama ya no tiene mitades,

ni excusas para no soñar.


Tengo trabajo, tengo ilusiones,

un corazón que va tirando,

tengo todo lo que quiero,

pero a veces… me haces falta cuando no hago nada.


No te necesito para nada,

y suena bien, aunque duela decirlo.

No te necesito para nada,

mi vida sigue su ritmo tranquilo.

Pero cuando miro al techo,

y el silencio cae lento,

no te necesito…

pero me gustaba hacerlo contigo.


Quizá fue amor, o fue costumbre,

quizá el final nos vino grande,

pero aunque no te necesite,

a veces quiero encontrarte.


No te necesito para nada,

aunque tu nombre siga en mis favoritos,

no te necesito para nada,

pero tu voz aún suena bonito.

Y entre risas y desvelo,

cuando el mundo va en silencio,

no te necesito…

pero me gustaba hacerlo contigo. 

viernes, 27 de septiembre de 2024

En esta vida no se pudo... Pero en otra...

 En otra vida, aquel mensaje nunca llegó. Ese día, en vez de la despedida que me partió el alma, hubo una conversación tranquila, sincera, y una invitación a un café, donde ambos hablamos de nuestros miedos y sueños. En lugar de alejarnos, decidimos intentarlo de nuevo, pero con más fuerza, con más amor.


Los días se llenaron de risas, de pequeñas rutinas que construían algo más grande. Los desayunos juntos, las largas caminatas al atardecer de un domingo tras otro, y las noches perezosas en tu casa se convirtieron en nuestra nueva realidad. Los viajes que planeábamos, pero nunca hicimos, en esta otra vida fueron posibles. Nos perdimos en los paisajes de la La Antigua, sentimos el viento frío en las costas de Noruega, y nos maravillamos con los castillos antiguos de Europa. Machu Picchu, aquel lugar que ambos soñamos conocer, esta vez juntos, fue un destino inolvidable. Subimos la montaña tomados de la mano, admirando la inmensidad de la historia, y en ese momento supimos que no había ningún lugar donde preferiríamos estar.


Viajamos como una familia. Recorrimos las calles de París con dos niños de la mano, disfrutamos de la calidez de los mercados navideños en Alemania, y nadamos en las aguas cristalinas de las playas de Tailandia. Cada lugar se llenó de momentos inolvidables, de fotografías que colgamos en las paredes de nuestra casa, de recuerdos que se grabaron en nuestros corazones.


En las noches, cuando los niños ya dormían, nos sentábamos juntos en el sofá, con una copa de ron claro en mano, recordando lo lejos que habíamos llegado. A veces, pensaba en lo que hubiese pasado si ese mensaje hubiera llegado y si esa despedida hubiera sido definitiva. Pero entonces, la miraba a los ojos y sabía que en esta vida, lo habíamos logrado.


En otra vida, nos quedamos juntos... 

viernes, 17 de mayo de 2024

Amor en tiempos del Covid-19

 Sentado en mi balcón, con las nubes rodeando la ciudad, 

Pocas almas locas caminado sin consideración, locos insensatos

Un frío que cala el alma, ya enmudecida por los días muertos, lunes que despiertan día a día. 


Recuerdo los días en que te abrazaba de menos. Los días en que las palabras sobraban o eran de más. Recuerdo esos días en que las caricias las limitaban los pensamientos torpes y no la ley. Tantas palabras que se desperdiciaron en discutir y no a a querer, palabras que ahora tengo atoradas en mi garganta, con miedo a ser uno más del por ciento.


¿Recuerdas cuando nos reíamos del mundo porque nos quedaba pequeño? ¿Recuerdas los planes que hacíamos porque nada podía detenernos? ¿Recuerdas las noches eternas de discusiones irrisorias de  temas tan torpes como importantes? 


Extraño los abrazos fugaces y espontáneos, fuertes en mi brazo. Caminar de a dos sin llevar cuenta del rumbo. 

Extraño los detalles de las historias sin fin, los intrincados recuerdos que se aglomeraban en tus labios que hablaban ilimitados. 

Extraño la sonrisa amplia, la risa tímida, el beso bajo control, la boba discusión, espontánea y efímera. 


Vendrán de nuevo los días tumultuosos, los lunes ajetreados, las tardes de café y té, las reuniones, los bailes, las copas entre amigos, las excusas para salir, o no salir, los besos encontrados, las reuniones atrasadas, los viernes esperados y los odiados domingos por la noche que huelen a inicio de semana. Vendrás días nuevos y recuerdos viejos de pandemia.

domingo, 18 de febrero de 2024

Hilo Rojo

¿Y si nos tomamos un quinto café?


   Algún día, cuando estemos en nuestra vejez, tú me dirás lo mucho que me extrañaste durante todos esos años que estuvimos aparte, y yo te contaré lo loco que he estado siempre por ti. Recordaremos (o inventaremos) las tardes de paseos por el parque, los besos robados en la oscuridad y las risas compartidas bajo la luz de la luna. Juntos, volveremos a revivir esos momentos que construyeron nuestra historia, sabiendo que el amor que nos une ha resistido la prueba del tiempo y ha crecido aún más fuerte con cada experiencia compartida.


   Nos tomaremos de la mano, quizás un poco temblorosos por los años perdidos, pero con la misma complicidad y ternura de siempre. En nuestras conversaciones, reviviremos los sueños que una vez compartimos inventaremos las cosas que debimos haber hecho y celebraremos los logros que alcanzamos juntos en la distancia. Aunque el tiempo haya dejado huellas en nuestros cuerpos, el brillo en nuestros ojos al mirarnos será el mismo de siempre, lleno de amor y gratitud por haber compartido una vida juntos (sin estarlo). En nuestra vejez, nos daremos cuenta de que cada momento de espera y cada obstáculo superado valió la pena, porque al final del camino, siempre estuvimos destinados a estar juntos, en un amor que perdura más allá del tiempo.


Y cuando llegue el momento de despedirnos, lo haremos con la misma serenidad y amor con la que hemos vivido cada día juntos. Nos recostaremos uno al lado del otro, nuestras manos entrelazadas, compartiendo un último suspiro de gratitud por haber tenido el privilegio de amarnos durante toda una vida, separados, pero siempre juntos. En ese instante, sabremos que nuestro amor trascenderá incluso más allá de la muerte, pues hemos dejado una marca indeleble en los corazones del otro. Y así, unidos por el lazo eterno del amor, nos despediremos con una sonrisa en los labios, sabiendo que nuestra historia perdurará por siempre, como un eterno recuerdo de la pasión que nos unió. Y así, en un sueño eterno, quedará escrita la más bella de amor jamás contada.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Frederick

 Érase una vez un hombre solitario llamado Frederick. Se encontraba encerrado en un antiguo castillo, rodeado de altos muros de piedra y pasillos oscuros. Frederick había sido destinado allí por razones desconocidas, y pasaba sus días en completa soledad.


Sin embargo, Frederick encontró consuelo en la escritura. Todos los días, se sentaba en su pequeña habitación con ventanales enrejados y se sumergía en su mundo de palabras. A través de la tinta y el papel, escapaba de la opresiva realidad de su confinamiento.


Frederick comenzó a escribir sobre un hombre solitario encerrado en un castillo. Le dio a este personaje el nombre de Edgar. Edgar, al igual que Frederick, también se encontraba solo y atrapado entre los muros de una fortaleza sombría. Pero a diferencia de Frederick, Edgar era un hombre lleno de valentía y determinación.


A medida que Frederick narraba la historia de Edgar, se dio cuenta de que estaba escribiendo sobre sí mismo. Las palabras cobraban vida y lo transportaban a través de las páginas hasta la existencia de Edgar. En cada palabra escrita, Frederick encontraba una pequeña liberación de su propia soledad.


La historia de Edgar se convirtió en un refugio para Frederick, un escape de su realidad monótona y solitaria. A través de sus escritos, exploraba los rincones más profundos de su ser, plasmando sus sueños, anhelos y frustraciones en la vida de Edgar.


Pero Frederick no se detuvo allí. Decidió que Edgar también debería tener su propia historia, su propia narrativa interna. Y así, escribió sobre Edgar escribiendo sobre un hombre solitario encerrado en un castillo. En esta segunda capa narrativa, Edgar se convirtió en un escritor apasionado y talentoso. Sus palabras eran una ventana a su mundo interior, su escape de la realidad.


Frederick continuó escribiendo sobre Edgar, quien a su vez escribía sobre un hombre solitario encerrado en un castillo. Las palabras se entrelazaron en un juego infinito de historias dentro de historias, formando un laberinto literario en el que Frederick y Edgar se perdían y se encontraban.


A medida que las palabras fluían de la pluma de Frederick, el castillo en el que se encontraba comenzó a parecer menos sombrío y opresivo. Las paredes parecían desvanecerse, y la soledad se atenuaba en la magia de la escritura.


En ese castillo imaginario, Frederick y Edgar se encontraron, compartiendo su amor por la escritura y la necesidad de escapar de su soledad. Juntos, crearon un universo paralelo en el que ambos encontraron compañía y consuelo.


Y así, mientras Frederick continuaba escribiendo sobre un hombre solo encerrado en un castillo escribiendo sobre un hombre solo encerrado en un castillo, los límites entre la realidad y la ficción se desdibujaron. El poder de la escritura se manifestó en la vida de Frederick, permitiéndole encontrar esperanza y conexión en medio de la soledad.


Y aunque Frederick y Edgar nunca se encontraron en el mundo físico, sus palabras se entrelazaron en un vínculo indestructible. Juntos, escaparon del castillo del qué nunca salieron

Luis

 Érase una vez un hombre llamado Luis, quien por razones desconocidas se encontraba encerrado en una pequeña habitación con cuatro paredes sin ninguna otra compañía. La habitación era austera y solo contaba con una vieja mesa de madera y una silla desgastada.


Luis, con mucho tiempo libre y sin más entretenimiento a su disposición, se encontraba sentado junto a la ventana de la habitación, observando el mundo exterior. La ventana era su única conexión con el exterior, y aunque estaba cerrada, podía ver cómo la vida cotidiana transcurría fuera de su alcance.


Luis, sintiéndose atrapado y anhelando la libertad que había perdido, decidió comenzar a escribir sobre su situación. Tomó un lápiz y un trozo de papel y comenzó a plasmar sus pensamientos y emociones en palabras. Escribió sobre su soledad, su deseo de escapar y su anhelo de volver a sentir la brisa fresca y el sol en su piel.


Pero mientras escribía, una extraña idea se apoderó de su mente. ¿Y si él, al igual que estaba encerrado en esa habitación, también era solo un personaje ficticio en la historia de otra persona? ¿Y si había alguien más escribiendo sobre él, encerrado en su propia habitación?


Intrigado por esta idea, Luis decidió llevar su historia un paso más allá. Comenzó a escribir sobre un hombre llamado Marcos, quien también se encontraba atrapado en un espacio confinado, observando a través de su ventana. Escribió sobre los pensamientos y emociones de Marcos, su deseo de escapar y su imaginación de un mundo más allá de esas cuatro paredes.


Pero a medida que escribía sobre Marcos, la historia tomaba un giro inesperado. Luis se dio cuenta de que, al escribir sobre Marcos, él mismo se convirtió en el escritor de la historia. Era como si estuviera creando un bucle infinito de personajes encerrados escribiendo sobre otros personajes encerrados escribiendo.


En ese momento, Luis se vio atrapado en un dilema existencial. ¿Quién era el verdadero escritor? ¿Era él mismo o era alguien más en una realidad paralela? ¿Era libre para crear la historia o simplemente un personaje en manos de un autor desconocido?


La incertidumbre llenó su mente mientras seguía escribiendo y observando a través de la ventana. Aunque las respuestas a sus preguntas permanecieron sin respuesta, Luis encontró consuelo en su capacidad de crear y explorar mundos a través de sus palabras. A pesar de estar encerrado físicamente, descubrió que su imaginación y su capacidad de escribir le brindaban una forma de escape, una manera de volar más allá de las cuatro paredes y vivir en la libertad de su propia creación.