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jueves, 29 de enero de 2009
Nunca más (a Lily)- Nuestras estrellas fugaces... a veces son eternas.
lunes, 19 de enero de 2009
Lluvia de estrellas
Cuando miles de estrellas, dormidas aun en su letargo infinito, contemplan esos ojos que a su vez les mira con el entusiasmo de una niña que encuentra al fin su tan anhelado tesoro; perdidas en sus celos al ver aplacada su belleza espectral, bailan, caen suben y vuelan, se desviven por aquel ser incauto que se ha atrevido a desafiar su legendaria hermosura con un par de luceros que por mucho las rebasa...ella, sutil, tierna e inocente disfruta de aquel espectáculo sin sospechar las razones de tal. Al final, cuando todas las estrellas caen fugaces a morir en el vació, la hermosa niña cierra sus ojos, creadores de aquella batalla inusual, y duerme tranquila.
Tu mirada
No es difícil rendirse a tus pies...caer bajo el seductor hipnotismo de tu mirada alucinante que penetra mas allá de los sueños. Mirar cada vez más de cerca el cielo o sentir las estrellas miles acariciando mis manos elevadas por la caricia de tu suave piel, perderse en el infinito laberinto de tu cabello nocturno y místico. Desistir del gobierno del mundo entero solo por un beso de esos labios infantiles que hechizan sin saberlo. Caminar por horas perdidas buscando el rastro de tu olor en una ciudad llena de el... y seguir por vidas enteras buscando tu sonrisa perdida en millares de rostros, y perecer lentamente en la espera de mírate pasar, de lejos sin voltear a ver... solo por sentir esa fragancia sutil que deja tu sombra.
Dos mundos
El durmió mirando las estrellas, murmurando tantas cosas que olvido decir, tantas palabras que se quedaron en su boca sin poder siquiera escribirlas. Recostada en su cama ella siquiera se acordó de aquel joven raro que le miraba con extraño interés buscando algo en sus ojos y su sonrisa. El no podía dejar de pensar en su cara, aquella sonrisa que desde el primer momento lo amarro y no lo dejaba tranquilo. Ella siquiera se dio cuenta que aquel torpe muchacho le miraba y quedaba atrapado en sus ojos y que esa mirada iba mucho mas allá de la realidad. A lo largo de aquellos días de torpes intentos, de miradas no encontradas y letras mal plasmadas, quedaron todos los suspiros...quedaron los sueños y las tantas palabras que nunca le dijo. El, cargado con su historia imaginada... marcho sin comprender, sin decir nada, sin despedirse. Ella, siguió su vida, sin darse cuenta siquiera del mundo que creo y destrozo, el sueño en el que estuvieron inmersas...las miradas...las sonrisas...las palabras...los poemas.
Cansancio
Tus ojos
Ayer te soñe
Ángel Azul (A Cynthia)
Hoy, cuando tu cabeza caiga en sueño,
y olvides cuanto te rodea.
Llegaré cual Angel solitario y oportuno,
para llevarte volando a mi tierra.
Viajaremos en estrellas y cometas,
moriremos en la tierra con la lluvia.
Naceremos rodeados de flores,
volaremos veloces con las aves.
En el mar, dulce amor de bohemios,
ahogaremos nuestros recuerdos.
pasaremos en alas de mariposas,
recorriendo jardines de rosas.
Luna tras luna, y con le mismo anhelo,
un ángel tomado del azul, en el cielo,
cuida tus sueños cada noche,
para llevarte de viaje,
con cuidado, de no despertarte.
Canta
gentilmente desde tu rostro.
Somete tu voz cristalina,
la canción de amargo claustro.
Y endulzando cada estrofa,
miro a través de las notas.
Y en mis ojos tu sonrisa,
exhalando dulce brisa.
La luna descansa en tu regazo,
las estrellas se acuñan en mi mano.
Paisajes de aire formados,
florecen suaves y delicados.
Canta, amada princesa,
y has de la noche tu teatro,
de la madrugada tu coartada,
y de mi, tu calesa.
domingo, 18 de enero de 2009
Cuento de un Árbol
Familias de pájaros y ardillas anidaban en sus ramas, miles de niños jugando a su sombra en verano. Hermosas lluvias de hojas doradas caían de el en otoño...
Algunos decían que era tan viejo como la vida misma, que había estado ahí desde siempre. Inclusive los más viejos le recordaban como le veían ahora.
En sus incontables años de vida, había visto las cosas más maravillosas, oído las historias más increíbles, miles de parejas se enamoraron en sus regazos, alcoholizados de besos grabaron corazones con flechas y nombres en su tronco; inclusive muchos de los niños que jugaban a su alrededor o las parejas mismas habían sido concebidas en su lecho.
Pero a través de todas esas décadas nunca nada llamó tanto su atención como esa niña, esa hermosa joven de ojos vivos, infinitos, cabello negro cual velo hecho con un pedazo de cielo nocturno, mejillas de pan, manos suaves que sostenían un instrumento rústico, grosero, pero que al contacto con sus labios producía el sonido más dulce jamás escuchado por oídos mortales.
Esta pequeña niña que parecía emular la risa de los dioses desde aquel pequeño tubo de madera, llegó una tarde de verano, se sentó a su lado y tocó la música más hermosa hasta que el sol se ocultó, siguió haciendo esto por muchas tardes más.
Enamorándose cada vez más con las tonadas, aquel gigante de madera se sintió poco a poco parte de aquella princesa nacarada, cada una de las notas contaba una parte de su vida, poco a poco la sentía parte de él.
Una noche después de mucho rezar a sus dioses logró moldear el deseo que por tantas tardes había forjado en su corazón.
Cuando la niña llego como era de costumbre a iluminar la tarde con sus notas, encontró al árbol sobre su costado, atravesado por dos rayos. El primero le despojó de sus raíces el segundo le partió a la mitad. Algo maravilloso se encontraba en su tronco. Ella tímidamente se acercó y le tomó, era una flauta como nunca ningún maestro carpintero soñó jamás crear, al soplarla, produjo un sonido que hizo a todo el mundo callar por un momento.
Desde ese instante el corazón del árbol pertenece a esa niña que lo enamoró, y en cierta forma el corazón de la niña le pertenece por fin.