Se
llenó de olvido la habitación, se sentía incomoda toda la vida en un solo
recuerdo, recuerdo traslucido que nunca existió más que en las letras, más que
en los deseos de un niño torpe e ingenuo, que siempre disfrutó de ver algo que
no existe.
Se
llenó de moho el pensamiento, las ideas se herrumbran y dejan de ser agradables,
convertidas en filosos puñales se devuelven en contra de quien las engendra,
malditas palabras que se deshacen y nos deshilachan la vida.
Tenía
tanta verdad en mi boca y quise hacer derroche de ella, tenía tanto para
decirte, reclamarte, llantos que oculté, besos que perdí en el aire, golpes que
dañaron mi almohada, lágrimas que secó la manga de mi abrigo, canciones que no
me dejaban olvidarte, lírica que siempre evocaba tus recuerdos, pasos que no
llevaban a ninguna parte, ni a tu lado ni lejos de ti.
Aléjate
o quédate siempre a mi lado, no vez que tu indecisión me hiere sin dejarme
morir, no ves que tus palabras se clavan en mi cabeza, infestando de demonios y
vanas esperanzas de que al fin cambiaras y llenarás mi ser tan falto de ti…de
alguien, de quien sea.
Salgo
hoy con este maldito corazón en mi mano, para regalarlo a quien sea, pero
siempre eres tú, siempre estás donde debes, cuando debes, son las manos vacías,
llenas de promesas sin sentido que yo creo siempre.
Vete
y no vuelvas o acércate para no partir más, esta noche será la última vez que
te escribo, mañana no estaré más, seré solo una mancha más en las torpes historias
de amor, seré agua y sangre, pálido incoloro y con los ojos mirando hacia ese
mundo en el que me metiste y del que no me dejaste escapar.